lunes, 5 de marzo de 2012

Me cago en la leche, Merche

Hola, querida gentusilla. Se nota, se siente, el tesoro da la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes está presente. Dicen que más vale tarde que nunca, y eso los españoles nos lo tomamos realmente en serio, o eso parece. Después de casi doscientos años, vuelve a casa por Navidad el tesoro de una fragata española que naufragó en la batalla del cabo de Santa María (predecesora de la de Trafalgar) de una manera un poco bochornosa, a mi parecer. El tema es que en una empresa americana (Odyssey) que se dedica a buscar tesoros (en América hay de todo, ya lo sabéis) estaba dando un paseíto por las profundidades del Atlántico y se topó con los restos de un barco, hasta arriba de monedas de oro y plata, y dijeron: “pa’mí”, como hubiese hecho todo buen hijo de vecina. La mala pata es que se enteró el gobierno español de que el barquito del que habían sacado toda la chatarra era de nuestra patria querida y dijeron que el tesoro tenía que volver a casa, que lo habíamos echado mucho de menos y que aquí se le trataría como se merece. Que esto me recuerda a mí cuando tu hermano dejaba un juguete por ahí, lo olvidaba y cuando lo cogías tú para jugar, él llegaba y te lo quitaba de las manos, porque lo había estado buscando y no lo encontraba. Total, que hubo juicios y esas cosas que se hacen cuando dos países se pelean por tesoros, y ganamos (sí, me confirman que los abogados iban dopados). Así que otra vez a hacer la mudanza de las casi 600.000 monedas. Y todo esto me plantea una duda, ¿quién tiene el derecho ético de llevarse el tesoro? ¿El que ha invertido un dineral en investigar, buscar, extraer y conservar el tesoro? ¿O el que en un principio era su dueño y señor? En mi humilde opinión, del dueño del chiquillo. Es cierto que la empresa norteamericana invirtió dinero, tiempo y esfuerzo en buscar el tesoro, pero eso hace que los países con menos recursos se empobrezcan con el tiempo, carezcan de posibilidades y pierdan todo su patrimonio, aunque lo hubiesen dado por perdido, o ni siquiera supiesen que existía, que me parece que es el caso. Aunque no lo parezca, este tesoro, en buenas manos, puede ser un gran reclamo turístico y artístico, puesto que es el mayor tesoro submarino de la historia, oiga usted, que se dice pronto, ni el Titanic. Esperemos que en el futuro, se sepa dar el mantenimiento y la relevancia que le corresponden a semejante tesoro por el que casi entramos en guerra con Estados Unidos, que tal y como está la cosa, es de lo más desaconsejable. Es más, por tener buenas relaciones con Obama yo le daba el tesoro de La Mercedes, la Giralda, y hasta la Alhambra si hace falta. Y digo yo, que si el tesorillo este está valorado en 370 millones de euros (tela marinera, nunca mejor dicho), hablamos con Obama y lo mismo hasta salimos de la crisis gracias a otros.