viernes, 4 de octubre de 2013

Síndromes y cóndromes

Hola, querida gentusilla. Sí, soy más intermitente que el Guadiana, pero aquí estoy. Hace unos días estaba tarareando una canción que dice: “Yo padecí síndrome de Stendhal…” y me pregunté qué podría ser eso. Me picó la curiosidad, vaya, y después de rascarme, lo busqué. Resulta que el señor este, Stendhal, que fue un escritor francés famosísimo del siglo XIX, le dieron espasmos, vértigo, alucinaciones y hasta sudores fríos en una visita a la Basílica de la Santa Cruz de Florencia. Que lo mismo el hombre no había desayunado ese día y en verdad le dio un bajón de azúcar, pero eso nunca lo sabremos. No obstanto, no hace falta que vayas a Florencia para tener este síndrome. También te puede dar en el Prado, el Guggenheim o admirando el Ecce Homo de Borja.



Ya puesto, me puse a indagar qué eran otros síndromes famosos. Os cuento, porque tiene tela.
El síndrome de Tourette. No, no es tener una extraña adicción a construir torres. Consiste en tener diversos tics faciales y en insultar, así porque sí. TRUCO: Sabes que alguien tiene este síndrome si te recibe con un cordial: “Buenos días, PEDAZO DE GILIPOLLAS, ¿cómo va el día?” mientras guiña mucho los ojos y taconea. Es fácil, ¿no? Se llama así porque lo descubrió un señor llamado Georges Gilles de la Tourette (y olé), así que lleva su nombre, como otras muchas cosas. Por ejemplo: la ley de Newton, el talón de Aquiles o el vaso de Nocilla.



El último, y más curioso, es el síndrome de Estocolmo. Es una reacción psicológica en la cual el secuestrado se enamora del secuestrador. *aplausos* *confeti* *pétalos de rosas cayendo del cielo*

¿Por qué se llama “de Estocolmo”? ¿Es que acaso en Estocolmo los secuestradores son muy encantadores y guapos? No. Bueno, quizás sí, pero no es esa la razón. Todo empezó un lluvioso 23 de agosto de 1973, en un banco de Estocolmo, los clientes hacían cola para actualizar sus libretas y poder quejarse de la que estaba liando Zapatero. Cuando, de pronto, un señor con una media de rejilla entró en la sucursal con un plátano metido dentro de la chaqueta (él dijo que era una pistola, pero yo sé que era un plátano) y tomó de rehenes a los cuatro gatos que había allí. Cuando la Policía dijo de sacarlos de allí y tomar preso al señor de la media, los rehenes dijeron que por encima de sus cadáveres, que el atracador era muy majo y muy simpático. Y es que un secuestro une mucho, más incluso que un concierto de Camela.



Estos son los tres más famosos, y curiosos. Si conoces alguno más puedes comentarlo aquí debajo ↓.