viernes, 8 de noviembre de 2013

El rechazo hacia el arte contemporáneo



Parece que hoy en día todo es arte: un lienzo en blanco, una silla puesta del revés, un vídeo de personas en silencio con cara de pena, una montaña de objetos rotos recogidos de la basura… Surgen artistas hasta de debajo de las piedras, todos con ansias de cambiar el mundo, de grabar su nombre en el firmamento del arte. Se estudia a los antiguos y se desfiguran; ya no se alaban la técnica ni la maestría, sino el mensaje y la finalidad. Hasta la foto borrosa que hiciste en la boda de tu cuñado puede ser un reflejo de la velocidad a la que vivimos en nuestra sociedad. Actualmente predomina el contenido sobre la forma. Y esto es algo que la gente no entiende. 

Cualquiera con una plataforma desde la que emitir su mensaje pasa a ser artista contemporáneo, y eso genera un desprestigio del mismo. Aunque no debemos olvidar que también fueron artistas contemporáneos Picasso (Las señoritas de Avignon), Matisse (La danza), Duchamp (Fuente), Dalí (La persistencia de la memoria), Magritte (Los amantes) o Miró (Mujer y pájaro). Este movimiento surgió a principios del siglo XX como reacción contra los cánones establecidos durante los siglos anteriores: se cambiaron las técnicas pictóricas, los materiales de las esculturas y el lenguaje para reflejar una sociedad que estaba cambiando a pasos de gigante. Se utilizaba papel de periódicos para hacer collages, Matisse desfiguraba el cuerpo humano (¿qué hubiese pensado el Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci?), Pollock espolvoreaba sus lienzos gigantes para crear pequeñas islas de color y las esculturas se estilizaban y se alargaban, perdiendo la forma humana, como los elefantes de Dalí.



 Marcel Duchamp y su famoso urinario Fuente

Pero, ¿qué es, hoy en día, el arte contemporáneo?

Hace poco, visitaba una exposición y un hombre nos estaba explicando a un grupo de personas las distintas obras allí exhibidas. Al llegar a una composición sobre los estratos de la Tierra (conformada por varias torres de prendas graduadas según su color), un hombre mayor exclamó “¿En serio pretendéis que crea que esto es arte?”. La voz de este hombre era la materialización del pensamiento popular actual. Surgió entonces un debate entre los allí presentes sobre qué podemos considerar arte y qué no. ¿Qué diferencia esto de cuando tu madre te dobla las camisetas y te las amontona? Sin duda, el autor de aquella obra había querido transmitir un mensaje, una imagen.  Así pues, algunos dirán que todo aquello que transmita un mensaje, un sentimiento, es arte. Otros dirán que es todo lo nuevo, lo innovador, lo que no se ha visto. Pero es que resulta que yo ya me he cansado de ver sillas del revés.


Sillas de Karen Ryan

 

Quizás lo más importante es aclarar quién decide qué es arte y qué no es arte. ¿Debemos asumir que todo lo que vemos es arte? No, tenemos que aprender a fomentar un sentido crítico. El arte se ha individualizado: ya no se habla de que tal autor es bueno, sino de que tal autor es bueno “para mí”. Hay que abrir la mente, observar, escuchar al artista y tratar de entender el mensaje, e incluso darle una nueva interpretación desde nuestro punto de vista. Esto es lo que el arte lleva necesitando durante siglos: una capacidad del espectador para pensar y entender que el arte se puede dar alrededor de él y no solo en un cuadro de Van Gogh o de Goya.

viernes, 4 de octubre de 2013

Síndromes y cóndromes

Hola, querida gentusilla. Sí, soy más intermitente que el Guadiana, pero aquí estoy. Hace unos días estaba tarareando una canción que dice: “Yo padecí síndrome de Stendhal…” y me pregunté qué podría ser eso. Me picó la curiosidad, vaya, y después de rascarme, lo busqué. Resulta que el señor este, Stendhal, que fue un escritor francés famosísimo del siglo XIX, le dieron espasmos, vértigo, alucinaciones y hasta sudores fríos en una visita a la Basílica de la Santa Cruz de Florencia. Que lo mismo el hombre no había desayunado ese día y en verdad le dio un bajón de azúcar, pero eso nunca lo sabremos. No obstanto, no hace falta que vayas a Florencia para tener este síndrome. También te puede dar en el Prado, el Guggenheim o admirando el Ecce Homo de Borja.



Ya puesto, me puse a indagar qué eran otros síndromes famosos. Os cuento, porque tiene tela.
El síndrome de Tourette. No, no es tener una extraña adicción a construir torres. Consiste en tener diversos tics faciales y en insultar, así porque sí. TRUCO: Sabes que alguien tiene este síndrome si te recibe con un cordial: “Buenos días, PEDAZO DE GILIPOLLAS, ¿cómo va el día?” mientras guiña mucho los ojos y taconea. Es fácil, ¿no? Se llama así porque lo descubrió un señor llamado Georges Gilles de la Tourette (y olé), así que lleva su nombre, como otras muchas cosas. Por ejemplo: la ley de Newton, el talón de Aquiles o el vaso de Nocilla.



El último, y más curioso, es el síndrome de Estocolmo. Es una reacción psicológica en la cual el secuestrado se enamora del secuestrador. *aplausos* *confeti* *pétalos de rosas cayendo del cielo*

¿Por qué se llama “de Estocolmo”? ¿Es que acaso en Estocolmo los secuestradores son muy encantadores y guapos? No. Bueno, quizás sí, pero no es esa la razón. Todo empezó un lluvioso 23 de agosto de 1973, en un banco de Estocolmo, los clientes hacían cola para actualizar sus libretas y poder quejarse de la que estaba liando Zapatero. Cuando, de pronto, un señor con una media de rejilla entró en la sucursal con un plátano metido dentro de la chaqueta (él dijo que era una pistola, pero yo sé que era un plátano) y tomó de rehenes a los cuatro gatos que había allí. Cuando la Policía dijo de sacarlos de allí y tomar preso al señor de la media, los rehenes dijeron que por encima de sus cadáveres, que el atracador era muy majo y muy simpático. Y es que un secuestro une mucho, más incluso que un concierto de Camela.



Estos son los tres más famosos, y curiosos. Si conoces alguno más puedes comentarlo aquí debajo ↓.












domingo, 9 de junio de 2013

Por ver a Mickey...¡MA-TO!



Hola, querida gentusilla. Yo no sé vosotros, pero yo desde que era un sexy y albino niño de pocos años deseo ir a Disneyland. Para quien no lo sepa, es un parque de atracciones ambientado con la temática de las películas Disney, con actores disfrazados de los personajes y atracciones para todos. ¿QUIÉN NO QUERRÍA IR ALLÍ? Pero, para ser sinceros, no es algo que cualquier familia numerosa media española pueda permitirse, y hasta ahora no he visto mi sueño cumplido. PERO TENGO UN PLAN.

Me voy a hacer pasar por… *redoble de tambores* ANA MATO.


 
 
Sí, la Ministra de Sanidad. No, no me miréis así, guardad las antorchas, que todo tiene una explicación. Por increíble que parezca.

Hace días leí en algún sitio que la trama Gürtel (o la trama “CORRUPTOS SÍ, PERO ELEGANTES”, como la llamo yo, o CSPE abreviado) había financiado a Anita un viaje a Disneyland para ella y su hijo. Y a mí esto me ha parecido total. Lo más de lo más. De cabeza al top10 de “Échale cara”. Por eso he decidido que me voy a hacer pasar por ella. Temporalmente, eso sí. Vaya que me queden secuelas y la liamos.

Y no debería ser difícil, viendo sus últimas ruedas de prensa lo único que tengo que hacer es poner la mirada ausente, dejar que me caiga babilla y decir palabras aleatorias: “BICICLETA. SANIDAD. UNIVERSAL. ESTRATOSFERA. MARIANO LA TIENE PEQUEÑA. ESPERANZA NO. ENORME. LLEVO DÍAS SIN PODER SENTARME.” Y no creo que se note mucho el cambio. Una vez en su puesto, me dedicaré a viajar por el mundo al más puro estilo Julia Roberts en “Come, reza, ama y tírate a Javier Bardem”.

“¿Y qué pasa si tu plan no funciona?” os preguntaréis vosotros, ávidos lectores (hola, mamá). Pues está todo previsto, no os agobiéis. Lo único que tendré que hacer es escabullirme dentro de la casa de Anita y hacerme pasar por uno de sus hijos, que con las pocas neuronas que tienes esta mujer no se dará cuenta del nuevo hijo sentado a su mesa. Y si eso ya no funciona…

Ahora, por último, quiero dedicarle unas palabras a Ana, que sé que es fiel lectora de mi blog. Que lo intuyo. Me lo ha dicho el viento. Lo he leído en las estrellas.
Ana, cari, quiero mandarte todo mi apoyo. Sé que debe ser difícil ser la primera discapacitada mental en llegar al Congreso (PERDÓN, LA SEGUNDA, OLVIDABA A COSPEDAL), pero tienes que ser fuerte. Y que lo de los viajes pagados por la trama CSPE, yo lo entiendo, de verdad. Yo por ir a Disneyland haría el doble de eso.
Unos prefieren trajes, y tú te has quedado con Mickey y Minnie. Di que sí, alimenta la niña interior que tienes, pero no dejes que firme ella haga también tus cosas de ministra…POR LOS CLAVOS DE CRISTO, ANA.
Os mantendré al tanto de los frutos obtenidos por el plan. Cambio y corto.


jueves, 25 de abril de 2013

Prêt-à-porter



Hola, querida gentusilla. Tras varios meses desde que publiqué la última entrada y tras recibir cientos…miles…MILLONES de cartas de fans enloquecidos porque querían que actualizase ya el blog, vengo a satisfacer sus deseos. Llevo varios días pensando sobre qué hablaros, y hoy, mientras filosofeaba en el váter leyendo la etiqueta del champú en portugués (eu falo muito bem português) he tenido una revelación como las de Fátima: quiero hablaros sobre algo que he llamado películas "prêt-à-porter”.
Es decir, películas creadas exclusivamente para sacar dinero en taquilla. De esas que protagonizan Mario Casas (“3 metros sobre el cielo”), Ryan Gosling (“El diario de Noa”), Channing Tatum (“Querido John”), Josh Duhamel (“Un lugar donde refugiarse”, la más reciente) y demás engendros de gimnasio. Chicos, chicos, chiiiiicos… sabemos que la mayoría de vosotros estáis un poquito limitados a la hora de actuar, pero no es cuestión de rebajarse tanto. Puede que os digan que estáis haciendo un papel súper profundo y que éste os va a lanzar al estrellato, pero al único sitio donde os va a lanzar es a las carpetas de las adolescentes hormonadas de medio mundo. Sois meros objetos sexuales, abdominales que quedan bien en pantalla, hormonas sudorosas con cuatro frases mal escritas. Eso sí, en cuanto a la chica, no es ni objeto sexual ni nada de eso, es un objeto, sin más, que está ahí porque para que sea una comedia romántica tiene que haber dos protagonistas, que sino…
¿Y qué decir del argumento? Algunas películas, lo asumo, podrían tener buen fondo, pero su meta comercial lo impide y todo se queda en la típica trama ñoña y empalagosa que está prohibida para diabéticos.
Yo soy de los que piensan que el cine es un modo de expresarse, de representar los sentimientos del director o del guionista, de emocionar y entretener al espectador, un modo de arte. Y estas películas son contrarias a eso.
Vosotros diréis: “¿Qué problema tienes? No vayas a verlas y listo”. Vale, no voy a verlas, pero es que me fastidia que sean las únicas películas que va a ver la gente, cuando hay otras muchísimas mejores, sin abdominales, sin tramas nauseabundas que se mueren de asco en taquilla por no ser comerciales. Y eso es realmente injusto.
¿Y por qué “películas prêt-à-porter”? Porque son películas con una estructura fija cuyas piezas van cambiándose por otras para no estar lanzando al mercado la misma película todos los años, aunque eso sea lo que hacen.
Desde aquí hago un llamamiento para que dejen de hacerse estas películas, para que se apueste por películas de calidad. Y os animo también a que comentéis aquí abajo qué os parecen este tipo de películas, si estáis a favor de ellas o en contra o también podéis apuntar la lista de la compra, que no siempre se tiene un papel a mano y luego vienen las lamentaciones cuando os sentáis en el trono y veis el tubito de papel higiénico acabado.