martes, 14 de febrero de 2012

¡Qué figuras! I - Pitágoras

¿Qué pensáis que pueden tener en común Adolfito Hitler y Pitágoras? A voz de pronto puede parecer que poco o nada. Pues bien, ambos compartían un profundo odio hacia las judías: Adolfito hacia las personas, y Pitágoras hacia las que se comen (si no encuentras la diferencia, tienes un grave problema de canibalismo). El famoso filósofo y matemático creó allá por el siglo VI a.C. una hermandad, que ahora llamaríamos secta, de carácter filosófico y religioso. Uno de los “requisitos” para entrar en esta academia era la de no comer judías, pues Pitágoras les profesaba un odio terrible, y las excluyó de la dieta de sus discípulos, cual perro del hortelano. La academia logró un gran reconocimiento y prestigio, aunque también adquirió fama de sosa, aburrida, austera y sosegada. Los crotones, que son de Crota, que era donde estaba la academia, decidieron al cabo del tiempo que Pitágoras era caca y que no querían gente aburrida en la ciudad porque ellos eran muy alegres y fiesteros (¿tendrían antepasados españoles?), así que se abalanzaron sobre los que allí vivían dispuestos a cortar cuellos. Algunos escaparon, como el maestro, que hizo, lo que ahora se llama, un Schettino, y cuando vio caer a toda esa gente furiosa, seguramente armados con antorchas y rastrillos del jardín, debió de pensar: “Tonto el último”. Y allá que salió el octogenario varón en camisón a dar un paseo por los montes del sur de Italia bajo una encantadora noche de luna llena. Pero hubo algo que no había imaginado: su camino lo cortaba un cultivo de judías. ¡Bendita ironía del destino! Cualquiera se hubiera tragado el orgullo y se hubiese metido entre las matas más rápido que decir amén, pero el filósofo debía ser realmente cabezón y testarudo para quedarse allí plantado y dejarse coger por sus convecinos, que acabaron con una de las mentes más maravillosas que ha dado Grecia, tierra de filósofos.


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